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Kees Van Dongen |
Una vez hasta me vestí de otra persona, para olvidarme de mi misma y peor aún: hacer que los otros se olvidaran de mi. Resultó que con el gran sombrero y los zapatos gamuzados me confundieron con todas las tías posibles, y así pasé de un Marta a un Susana sin sentido. ¡Estupidez idólatra de creer en los otros! la presencia sólo es percibible por mi misma. Jamás nadie ha pronunciado como yo mi nombre, ni ha tocado como yo mi herida de mujer.
No podría jamás olvidarme de mis ojos. Los he lavado tanto, que los siento cada vez más hundidos en las tierras de mi cara. Por eso llegué a la conclusión de que el exilio sólo sirve en tanto escenario montado: esperando el aplauso de la gente que ríe con no verte.
Verano de relatos de viajes y de trenes... Hacia el sur y las montañas con Mar. Las cascadas de las sirenas o las tierras de los cíclopes gigantes. ¿qué importa dónde estemos?
ResponderEliminarEl Enlazador de Mundos volvió a D´Rochee
volvió pancho???????????????????????????????????????????????????
ResponderEliminarLa camisa a cuadros, el sombrero y los zapatos de gamuza, son los parasitos que digeren nuestro cuerpo cuando pensamos que el amor y el exilio llegaron para liberarnos. ¿Que importa donde estamos?
ResponderEliminarVolvió el General de las tierras de calor verde y playas blancas a Lopez de Gomera. El mundo es redondo y azulado. Todos los hermanos estan en calzada!
Yo también estaba segura de que mi hermano es General... Esas cosas que no se dicen pero que están clarísimas... Hagamos todos los ritos antes de pedir un deseo, y escribámoslos con tinta dorada para que se cumplen. Que una paloma los lleve hacia arriba, y nos respondan la carta...
ResponderEliminarMe había olvidado que ya había comentado en esta entrada...
J
Ahora que todos volvieron yo quiero empezar el Viaje
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