miércoles, 10 de diciembre de 2014

La construcción (parte 1)

Matisse

Mario ha aceptado su locura fanática y ha comprado peces de colores y una gran pecera. Pero no ha sido éste un acto inconsciente y desprotegido, al contrario, fue diagramado como un abrazo celestial del universo a su puerta, y de la puerta a sus pies.

De los pisos como flores de algodón

Una vez un anciano de esponjosa piel le dijo: "Siembra todo lo que creas necesario y recoge sólo lo esencial". Esas palabras estuvieron dentro suyo mucho tiempo sin ser recordadas, pero como todo en su máximo propósito de ser, despertó ese día. Asi fue que al recordar este consejo, sembró en la pecera una gran cantidad de piedras de todos los colores. Algunas piedras recuerdan al Sol de la mañana, como un niño que juega entre los pastos, reventando el presente frente a los dioses.
Otras piedras se acercan a la respiración que dibujan los caballos, a su pelo fuerte y moreno, a su furia milenaria que lleva la marca de otros tiempos y especies.
Pero también sembró piedras cristalinas que funcionan como espejos en el suelo subpecera. Éstas las ha puesto para recordarles a los peces que más abajo sólo puede ingresar aquel que sepa sentirse algo más que un reflejo: de alguien que se mira y es mirado.

#MIRACÓMONOSPONEMOS

Mirá cómo nos ponemos me pongo la voz entera no dejo que quiebren mi testimonio Me pongo las uñas y los dientes me pongo el dolor que tr...