miércoles, 18 de noviembre de 2009

Tres colores

Pareciera que el sol golpeara las puertas de las construcciones hasta derretirlas, hacerlas polvo: edificios listos para la guerra, pero envenenados hasta la cal del calor.
El caminaba tratando de concentrar su mente en una sola cosa, sin embargo corrían amontonadas, salvajes, las ideas, las imágenes, el plástico de las sensaciones: retirar solo una vez- un perro- quizás todo sea un sueño- despertarme ir a trabajar- por qué- ese cartel- el árbol teniendo relaciones con la nube- vos- yo dentro de yo, yo- qué. Caminaba como alejándose de todo eso, de todo presente que se volvía pasado en cada paso furioso; las manos le lloraban, todo el cuerpo era un mar sin espuma, sin siquiera un alga roja creciendo a pesar de.
Los semáforos lograban dominar su espíritu, paraba, seguía, despacio... ninguna mujer pudo haberlo hecho mejor... era cuestión de hacerle luces, sin advertencias pronunciadas, ni gritos anticipadores... un gesto, un guiño, bastaba con el, no más, no menos. Ninguna mujer pudo hacerlo mejor.
Por fin vislumbra un café, de esos que el aire es manoseado y tibio, esos en los que nadie se mira la cara de tan dada vuelta que está. Un café doble. La porcelana alberga entre sí el veneno impostor, la risa vestida de esperanza. Quiere hacer durar el líquido en su boca, bañar sus muelas hasta cariarle sus frentes, sus mejillas sin besos. Y traga. La garganta cosquillea de tanto placer; pero todo tiene su precio: las piernas de la porcelana conteniendo la amenaza oscura, la vigilia de la cuchara mareada, borracha; el regocijo de la boca. Todo tiene su precio: 10 pesos por favor.
Por favor? acaban de hacerle un favor y el sin pestañear, el sacando de su billetera la repetición prostituta del sistema, y el favor llorando en un rincón de su alma por que ni siquiera él lo saludó, ni siquiera él le dijo gracias al favor que tantos brazos tiene y no ahorca, y no acaricia tampoco.
Paga por el favor.
Ahora las caras se dan vuelta, tiene que abandonar el lugar o seguir pagando por ello. Se vá.
Ya no piensa en tantas cosas a la vez. Parece que olvidó algo en aquel café: una pestaña, dos pesos, la dignidad? No!... olvidó al favor llorando sin pañuelo blanco y con tantas manos... sin un ser que se atreva a cuidarlo, a bañarlo por la mañana y ponerle talco.
El sigue caminando ya sin furia, de sus orillas parece notarse una leve espuma que crece de a poco: desvestirme en la noche y ver colores- tus ojos rojos- tu pulso verde- el tiempo amarillo.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Qué Mario qué

Mario no vá a saber qué decir. Sus palabras se convierten en tortugas cuando el tigre anda cerca.
No vá a saber peinarse como antes, -cuando era todo sol crayón amarillo-, ni disimular su caída frente a las polleras, ni el dolor punzante que le produce apretar una cuchara. Como si fuera poco, ellos le hacen la ronda verde brillante y paff! un ramo de erres le cae ensima a Mario, que no puede ni sonreír de tanto espasmo. No va a saber qué decir cuando suban las hermanas Ganas a revolcarse en sus oídos como finas bestias, y se peleen por besarle el tímpano, el caracol.
¿Y qué bocadientelengua es capáz de tragar todo el aire necesario, para decir, finalmente decir, un NO hermoso y brillante?. Las hermanas no van a entenderlo; Van a besarle hasta el beso del bolsillo, van hacerle espuma su sentido mas sentido y a volcanizar su inocencia.
Por que no sabe qué decir, y se sienta en su sombra cazando moscas para encontrar un pulso, que en el último instante, decida regalarle una palabra, una súplica, una necesidad.

#MIRACÓMONOSPONEMOS

Mirá cómo nos ponemos me pongo la voz entera no dejo que quiebren mi testimonio Me pongo las uñas y los dientes me pongo el dolor que tr...