martes, 11 de febrero de 2014

Exilios

Kees Van Dongen 
Ya perdí la cuenta de todos los posibles exilios que me he echado encima. Algunos resultaron ser más violentos que otros, e inclusive, más cazadores. Me he sumergido en la oscuridad total, consumiendo los huevos que las moscas olvidaban en rincones de la casa; y he dialogado en el silencio con los perros que ladraban a distancia.
Una vez hasta me vestí de otra persona, para olvidarme de mi misma y peor aún: hacer que los otros se olvidaran de mi. Resultó que con el gran sombrero y los zapatos gamuzados me confundieron con todas las tías posibles, y así pasé de un Marta a un Susana sin sentido. ¡Estupidez idólatra de creer en los otros! la presencia sólo es percibible por mi misma. Jamás nadie ha pronunciado como yo mi nombre, ni ha tocado como yo mi herida de mujer.
No podría jamás olvidarme de mis ojos. Los he lavado tanto, que los siento cada vez más hundidos en las tierras de mi cara. Por eso llegué a la conclusión de que el exilio sólo sirve en tanto escenario montado: esperando el aplauso de la gente que ríe con no verte.

#MIRACÓMONOSPONEMOS

Mirá cómo nos ponemos me pongo la voz entera no dejo que quiebren mi testimonio Me pongo las uñas y los dientes me pongo el dolor que tr...