martes, 28 de enero de 2014

Marta y las camisas

Foto: Lucía Verge
Voy a planchar tu camisa a cuadros, mientras imagino que floto con dragones azules.
¡Qué bien se alisan las arrugas de estas mangas, que pronto vestirán los brazos más ridículos del mundo!
Quizás sueñe, otra vez, con las espadas que alzaste para cortarle el cuello a los monstruos nada rosas, nadas del presente.
*
Mario llegaste y no lo pude evitar: quise besar tu cara hasta hundirla un poco de las atrocidades del ahora. Yo pensaba que iba a poder lavarte las retinas, y llevarte conmigo al luminoso hueco del sueño profundo. Sin embargo, gritaste. Mario gritaste no como una bestia de salvaje esencia, sino como gritan las sillas y las mesas que cumplen su destino. Te aferraste a la cama, tomándola como los guerreros hacen con sus mujeres: les clavan las garras de todos sus muertos, y las besan rompiéndole un poco los labios.
*

Hubiese querido ver cómo te quedaba la camisa hoy a la mañana. Barrer la pólvora que cae de tus sienes cada vez que te despertás. Desabrochar el último botón de la camisa, para que no muera junto a todos sus hermanos atrapado en el molinete del subte, viejo, sucio y mudo.

#MIRACÓMONOSPONEMOS

Mirá cómo nos ponemos me pongo la voz entera no dejo que quiebren mi testimonio Me pongo las uñas y los dientes me pongo el dolor que tr...