martes, 23 de octubre de 2012

La noche esta danzando y no la ves


"Destiño el beso de tu boca para amarlo aún más" . No quería escuchar las palabras-resortes que decía Mario en estado de ebriedad, era necesario que tapara mis oídos con las servilletas blancas que volaban por la mesa. Mientras tanto Elisa, siempre sonriente a carcajadas dulces, miraba idiotizada cada palabra de Mario que tomaba vuelo en la cocina: flotaban un poquito en el medio y después subían hasta el ventilador de techo, para juntarse con el humo del cigarrillo y las promesas. 
"Tuve que amarte diez veces para no olvidar tu nombre". Y es que llega un momento de la noche en que ni el vino, ni la radio, pueden contener nuestros cuerpos de manera fuerte, abrazarlos cansadamente y dormirse con los huesos bien sujetos a tempestades negras; yo seguía sin escucharlo, pero conocía todas sus frases de memoria: cada coma suspensatoria, cada intento por desdoblar las intenciones de las oyentes.
*
Creo verlo juntando las últimas migas del mantel, cuando por fín dejo libres  mis oídos para que me bese, silenciosamente, como él sabe hacerlo.

4 comentarios:

  1. Silenciosamente, como una gran coma suspensatoria, o el viaje de regreso que te toma la vida.
    Si te hable en todos los idiomas que conozco, ya no me qda nada mas para decirte.

    Ahora ya no quiero cenar si no va a haber planeadores-servilletas molestando mi tenedor.

    Uno, o mi favorito

    J

    ResponderEliminar
  2. es tan hermoso, que quisiera acontecerme adentro de este texto

    ResponderEliminar
  3. Magritte y la belleza hecha palabras.
    Un texto dulce.

    ResponderEliminar

#MIRACÓMONOSPONEMOS

Mirá cómo nos ponemos me pongo la voz entera no dejo que quiebren mi testimonio Me pongo las uñas y los dientes me pongo el dolor que tr...