Te veo en mis sienes, rompientes, sangrantes. Quizás el amor no fue del tiempo, ni de esta ceniza que cae a pesar mio.
Yo escribo por que vivo, y aniquilo, todo lo que dejas en la mente de una flor. ¡Una flor! y murió el jardín, de ropas viejas, y ojos cascarudos, que albergaron mil polillas llenas de alas, llenas de crueldad dulce, fatigadas de tanto dormir entre tanta espuma. No veo más que eso que existe, y late, me atrae y rompe la poesía, de las poesías. Y esto, esto no lo es.
viernes, 9 de marzo de 2012
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Los hombres-luciérnagas tejen historias alrededor del cuello de las mujeres para ahorcar sus voces de sirenas, sus latidos-fuegos de be...
De todo un mundo ridículo, te agarrás de una cosa pequeñita, la más pequeñita y ridícula de todas.
ResponderEliminarDe todas las palabras del mundo, y de los mundos de palabras hallás tu certeza en el compuesto NADA.
Orbitándolo y escupiéndolo, porstergándolo todo, para que se vuelva sobre si mismo. Brillando brillante de un solo color, tu color, tu color.