Casi ya sin alma en el cuerpo, levantó sus pies del suelo para ver cómo el mundo que se va
dejando atrás, es solo otro mundo que se pisa sin admiración, ni latido.
Ella no puede aferrarse a nada. Ni siquiera usa zapatos por
temor a que éstos procreen más pies y más zapatos en su descuido. Ella no puede
adquirir nada. El miedo le ha creado un juego siniestro de repeticiones y
sombras, de recuerdos que amontonados no sirven ni para un sueño feliz.
Disimula bien. Su cara es escenario de cualquier aplauso,
sus ojos son los libros que come a diario. Los devora, los muerde; se atraganta
de palabras gastadas, sucias, viejas.
No se levantó por el llamado aquel…ese que le gritaba que
fuera a buscarlo. No.
Se levantó por que sabe que es una más, que el mundo no
giraría igual de bien, sin ella.
Ella no lo quería. Odiaba su conciencia, su estúpida obsesión
por salvar mujeres que no juegan. Mientras él le hablaba en el teléfono, ella
no escuchaba, se obligaba a que las
palabras no se le pegasen al cuerpo. Ella no lo amaba, no podía amar. No entendía
cómo el amor podía existir entre tanto, entre tantas cosas juntas.
El llamado desesperado se fue por la ventana. Se levanta,
entonces, para observar:
El viento arrastrando polvo, que alguna vez fue cosa nueva.
No puede volver al piso, no puede volver a donde ha estado
miles de veces.
No puede volver a ningún lugar que no sea fuera de si misma.
que se levanten los olores y las trompetas
ResponderEliminary que el ser del ser felices, reviente de emocion
mientras se desenrollan las alfombras para dejar paso a los flamencos reales.
y si nada de lo que sea dicho puede esconderse sin hacerse verdad
entonces los misterios y las luces andaran persiguiendose en las calesitas
como piezas de ajedrez.
como adivinas tanto, sin saber una historia que me olvide de contarte, siame?
besos insomnes
J